Hace 193 años, unos 300 riojanos sumaron su valiente aporte al plan sanmartiniano de liberar a América del Sur del dominio español. Liderados por el Coronel Francisco Zelada y el Comandante Nicolás Dávila, la columna riojana partió desde Guandacol el 22 de enero y llegó a Copiapó el 12 de febrero de 1817..
El historiador Víctor Robledo comentó que grueso de la expedición estuvo conformado por hombres provenientes de distintas regiones de la Provincia, y unos pocos efectivos de línea del Ejército del Norte aportados por Belgrano desde Tucumán.
Robledo señala que la expedición riojana cruzó la cordillera por el paso de comecaballos en forma simultánea con otras cinco columnas con el fin de tomar distintos puntos estratégicos en el país trasandino y de esta manera lograr una rápida recuperación de ese territorio.
Según el historiador, la columna riojana fue la más numerosa e importante y una vez en Chile, debió dividirse en dos partes para tomar el puerto de Huasco y la localidad de Copiapó.
Para Robledo, esta expedición es “el hecho más importante protagonizado por la Provincia en sus 400 años de vida” y destacó que el pueblo riojano “fue uno de los que más acompañó la guerra de la independencia”.
“La Rioja fue una de las provincias que más colaboró en esto de organizar los ejércitos enviando hombres y mulas, que eran fundamentales, y fabricando armamento”, recordó.
Desencuentros
El docente comentó otro hecho aún menos conocido. Una vez establecidos en Copiapó, Dávila se quedó allí para exhortar al pueblo a conformar su propio Gobierno. En tanto, Zelada siguió camino hasta Huasco para liberar a esta pequeña población portuaria considerada clave ante un nuevo desembarco realista.
Ocurrió que durante cuatro días Zelada no envío noticias sobre el éxito de sus acciones, provocando incertidumbre y hasta cierto temor entre quienes habían quedado en Copiapó.
Por suerte, Dávila “tuvo el tino de no hacerse cargo del Gobierno (de Copiapó)” y darle a la gente la posibilidad que elijan a sus autoridades.
“Esto permitió que los ciudadanos creyeran que las fuerzas de Dávila iban a liberarlos y no a saquearlos como pretendían convencerlos los pro-realistas”, concluyó.
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